martes, 8 de enero de 2008

Desde tierras germanas




Después de pasar una gran noche en esa ciudad que tanto amé durante un día también y que lleva por nombre Montreal, a finales de 2007, y de no escribir nada excepto para dar la bienvenida a este mundo a mi hija, retomo mi espacio en el mundo virtual para hacer llegar algunas imágenes e impresiones.

Hasta el momento mi viaje ha estado lleno de momentos agradables y de buena vibra, afortunadamente aún no puedo jactarme de haber conocido la frialdad europea en sus habitantes, ya que los alemanes han sido muy amigables con mi apacible y bien intencionada persona.

Una de las tantas cosas que tengo que reconocer es lo bien que esta gente se alimenta, caramba, sí que saben comer sano y no como la mayoría de los mexicanos que tragamos puras cosas extrañas y comida chatarra. Por supuesto que aquí también las hay, pero al menos éste que escribe no las ha visto tan frecuentemente como en mi país, al cual extraño, pero no más de los que se extraña la seguridad y la memoria agradable de una tierra, y no con esos aires de nacionalismo barato que a tantos invade en el momento en que ponen un pie fuera del territorio.

Si me preguntan si extraño el 'calor' de la gente en México, pues la verdad es que hasta el momento, después de una semana, tengo que admitir que no. No extraño que en mi casa se escuchen los tortilleros o microbuseros y todas esas ruidosas cosas. Tampoco echo de menos el ir en la calle en medio de ruido de toda índole: música a todo volúmen, perros ladrando, coches sonando el cláxon, el famoso 'pásele, pásele' o 'súbale, súbale' de los chalanes de camiones, etc. Eso en verdad no lo extraño. Me gusta la tranquilidad y el respeto hacia los demás que en estas tierras existe.

En cuanto al mentado frío, pues sí, hay frío, pero no es un frío húmedo como el del sureste mexicano, esa humedad que cala los huesos sin importar cuanto te tapes. No como ese frío terrible del DF que sientes que te intoxica y que lleva el miedo y la paranoia integradas, esas que se contagian con el hecho de salir a la calle.

Hoy fui a caminar a un bosque y tengo que mencionar que el cuidado de las áreas verdes es algo envidiable. Pero eso es algo de lo que abundaré más la próxima entrega, cuando Morfeo no me llame desesperadamente a sus brazos.

Saludos

El JP Salvaje

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